Por: Beatriz Llanos- Doctora en Gobierno y Administración Pública. Asesora Técnica del Proyecto Atenea (Twitter @bea_llanos)

La crisis del Corona Virus recorre todo el planeta de manera vertiginosa. Una crisis sin precedentes en la historia de la humanidad que desafía todos los paradigmas de nuestras sociedades y que tiene varias dimensiones en simultáneo: la sanitaria, la económica, la social y la humana. Y una dimensión de género transversal a todas las anteriores.

Las mujeres entramos a esta crisis y su cuarentena con múltiples desigualdades pre-existentes: afectadas por la violencia de género y los feminicidios; afrontando brechas salariales por igual trabajo y realizando trabajos más precarios o informales; llevando la mayor carga del cuidado ante la ausencia de la co-responsabilidad familiar entre hombres y mujeres. Y con una mayor presencia en algunos de los empleos que ahora están en la primera línea contra el virus: personal de limpieza, personal médico y enfermeras, servicios de alimentación, cuidado de personas mayores y niñez, entre otros. Pero también en industrias altamente afectadas económicamente, como el comercio y el turismo,  y en el sector informal que vive del día a día sin ninguna red sustitutiva

[1].

Si bien en este momento son múltiples los llamados desde diferentes frentes -en particular desde Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos-  para que los gobiernos incorporen una perspectiva de género en las políticas que están implementando para combatir esta crisis lo cierto es que, como la experiencia ha demostrado, hay mayores probabilidades de que estas políticas se adopten cuando hay más mujeres en el epicentro de  la toma de decisiones que incorporan sus vivencias, intereses y necesidades.

Evitar la profundización de las desigualdades pre-existentes implica tomar en cuenta cómo se diseñan las políticas pero también quiénes tienen el poder para decidirlas e implementarlas. Según el reciente estudio “Surcando olas y contra-olas: Una mirada paritaria a los derechos políticos de las mujeres en América Latina”, en los últimos 30 años, el promedio regional de presencia de mujeres se ha duplicado e incluso triplicado en espacios de poder como el parlamento, gabinetes parlamentarios, y consejos locales.

Sin embargo, el promedio máximo de presencia de mujeres alcanzado ronda el 30%, lo que nos sitúa lejos de la paridad. Lograr la democracia paritaria en la región y a todo nivel de gobierno representa una meta situada al final de una carrera que ya era de larga distancia, en la que dependiendo de los países aún queda buen camino por recorrer. Los cambios se han producido en mayor medida en los ámbitos legislativos como resultado de la aplicación legal de cuotas y, especialmente, de medidas de paridad que han significado los mayores porcentajes de mujeres electas en cámaras bajas en los países que las han legislado. Por ejemplo, Bolivia con 53,1%, México y Costa Rica (con porcentajes por encima del 45% de mujeres) están fungiendo como dinamizadores de estas transformaciones hacia la igualdad sustantiva.

Varios hitos en este recorrido han venido acompañados de fuertes resistencias, también retrocesos y techos de cristal persistentes y aún irrompibles donde la cantidad de mujeres en espacios públicos disminuye a medida que se incrementa el poder que se puede ejercer. Esto puede verse principalmente en las máximas jerarquías del Poder Judicial o Cortes Electorales pero también en otros espacios de toma de decisión como alcaldías e incluso los partidos políticos.

La crisis actual requiere de políticas intersectoriales coordinadas y urgentes en las que más que nunca se tomen en cuenta los impactos diferenciados que se están produciendo. Como por ejemplo, el mantenimiento de las medidas de monitoreo, protección, y sanción de la violencia de género que pueden estar sufriendo mujeres (y niñas) obligadas a pasar cuarentena con sus victimarios; medidas de refuerzo de la información y protección sanitaria a mujeres profesionales de la salud; acceso a subsidios públicos de carácter económico para mujeres con empleos precarios o informales; garantizar los servicios de salud sexual y reproductiva entre ellos la atención sanitaria pre y post natal[2].  Y  la valorización económica de las tareas de cuidado que las mujeres llevan sobre sus espaldas en mayor proporción lo que hoy con las medidas de cuarentena se ha hecho más patente.

Ante esta situación, necesitamos más mujeres en los gobiernos –a todo nivel– y en todos los poderes del Estado percibiendo las diferencias e impactos de género y pensando este tipo de medidas y todas aquellas que a futuro serán necesarias en un mundo que irremediablemente va a cambiar. Para muchas de ellas en América Latina -incluso a pesar de sus diferencias ideológicas- ya ha sido prioritario atender una agenda de igualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo, cuando han sido legisladoras: leyes contra la violencia de género en diferentes formas y espacios, leyes de igualdad de oportunidades, los permisos de maternidad y paternidad, leyes de registros de deudores alimentarios, incorporación del enfoque de género en la evaluación de presupuestos nacionales[3] y, por supuesto, las leyes de cuota y paridad.

Pero para que ello suceda, vuelvo a reiterarlo, quién decide las políticas no es un tema que se pueda dejar fuera de la ecuación. Por tanto, lograr un reparto  paritario del poder debe seguir siendo parte de la agenda pública de nuestras sociedades, más aún en un futuro contexto de reconstrucción donde es altamente probable que muchos de los impactos colaterales de la crisis del Corona Virus, como ya ha sucedido en otros contextos de crisis y pandemia, recaigan sobre ese 50% de la población que somos las mujeres.

Si quieres consultar el documento “Surcando Olas y Contraolas una mirada paritaria a los derechos políticos de las mujeres en América Latina”, descargar el  documento aquíhttps://bit.ly/2u0EWm7

 

[1] ONU MUJERES, COVID en América Latina y el Caribe. Cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la crisis. Disponible en https://www2.unwomen.org/-/media/field%20office%20americas/documentos/publicaciones/2020/03/briefing%20coronavirusv1117032020.pdf?la=es&vs=930.

 

[2] Ob. cit. ONU MUJERES

 

[3] Marx, Jutta y Borner, Jutta (2011). Parlamentos sensibles al género. El estado de la cuestión en América Latina. IDEA Internacional y Unión Interparlamentaria.

 

 

 

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